martes, 3 de mayo de 2016

La caza del Golem, escenario final


El final de la campaña se decide entre las ruinas nevadas de Felstad
Una observación más cercana al Golem de Granito ha revelado que la criatura esta cubierta por runas antiguas, algunas de las cuales los magos fueron capaces de registrar y descifrar. Consultando libros de conocimientos e historia, han descubierto que el constructo tiene origen en los primeros días de la ciudad. Aun más importante, se han dado cuenta de que es muy poderoso y su magia muy inestable.

Hay una probabilidad de aprender mucho más de las runas que cubren el cuerpo del Golem, pero para descubrir estos secretos los magos deben capturarlo primero o matarlo. Esto sería un alivio a la mayoría de exploradores de Frostgrave, ya que la criatura es responsable de matar al menos cuatro magos y un número desconocido de soldados.


Así, los magos y sus bandas se dirigen una vez más a las ruinas, en la caza del Golem de Granito. Afortunadamente, la criatura ha dejado un camino de destrucción que es fácil de seguir. Las bandas lo descubren pronto en las ruinas de una inmensa fabrica que una vez producía constructos. Herramientas y bancos de trabajo se encuentran dispersos por el suelo helado. Pesadas cadenas, cubiertas en hielo, cuelgan como estalactitas del techo. Según las bandas van llegando, el Golem de Granito se encuentra enzarzado en un proceso de demolición del edificio, vertiendo su rabia hacía sus antiguos esclavistas.

Ilusionistas, Invocadores y Elementalistas se encontraron una última vez en el campo de batalla, dispuestos a hacerse de una vez por todas con los secretos del Golem y dar por concluida la campaña. Si las bandas conseguían destruir al constructo, aquella que quedara en pie sobre el terreno al final de la contienda podría hacerse con el control de los restos, y estudiar sus runas y sus secretos.
La batalla se desarrolló cerca de una antigua factoría de constructos de Felstad, rodeada de calles y ruinas densas. La banda del invocador y del ilusionista se enzarzaron pronto en una contienda frontal. El ilusionista lanzó invisibilidad sobre varios de sus guerreros, lo que los ponía a salvo. Los capitanes, buscadores de tesoros y matones de ambas bandas entablaron combate, y la suerte benefició al invocador, que causó numerosas bajas al bando del ilusionista.

Mientras, al otro lado del campo de batalla la banda de enanos del elementalista se atrincheró y sus ballesteros dispararon saetas desde la lejanía, dejando que los rivales se desgastaran y guardando las distancias. Tres guerreros del invocador fueron hacia el elementalista, pero dando un rodeo por las ruinas para cubrirse de los disparos.

Los invocadores atacan a la banda de piratas del ilusionista.
El aprendiz elementalista invocó un Ojo de Mago en lo alto de una torre, hechizo que le permitiría lanzar Rayos Elementales desde ese ojo, teniendo una visión mucho mejor del campo y evitando tener que exponerse él mismo en primera línea. El Ojo de Mago es un hechizo que combina muy bien con hechizos ofensivos, permitiendo que un mago se resguarde en retaguardia y habilitando línea de visión desde el ojo, lo que le permite lanzar bolas de fuego, dardos mágicos etc. sin tener que exponerse.

El ilusionista intentó también una treta muy buena contra el elementalista, y es que utilizó su mastín para atraer al Golem hacia la banda enemiga. Situando al mastín como miniatura más cercana al golem, pero a más de 10’’ de él, provocó que el terrible Golem persiguiera al mastín, como un perro lazarillo, y acercó al constructo a la banda del elementalista. Es una treta que los perros pueden hacer muy bien, ya que son rápidos y sacrificables, y que puede servir para acercar al enemigo cualquier criatura independiente que vague por una partida de Frostgrave. En este caso, no obstante, el elementalista lanzó Muro entre el perro y el Golem, haciendo que el segundo perdiera contacto visual con el perro y dejara de perseguirle. En ese momento el Golem se giró y cargó hacia atrás, uniéndose a la refriega que mantenían invocador y elementalista.

La fábrica de golems, actualmente en ruinas
En un momento dado ilusionista e invocador pactaron una tegua, al ver que el elementalista estaba cobrando ventaja y manteniendo su banda a salvo en la lejanía. Ambos se unieron contra el enemigo común, pero la banda del ilusionista estaba ya muy desgastada y era de poca ayuda. Viendo el ilusionista que difícilmente podría imponerse en la contienda, decidió hacerse con los tesoros que podía mientras aún le quedaban guerreros combatiendo.

El Golem finalmente cayó, y sus restos quedaron postrados entre las ruinas. La última pelea la protagonizaron las tropas restantes del invocador y elementalista, pero el segundo tenía superioridad numérica, y aunque el combate aún pudo decantarse por cualquier bando, al final el mago invocador cayó, y su banda se disgregó. ¡Victoria enana!

Al final, por lo tanto, la campaña la ganaron los enanos y su mago elementalista. Recogieron en petates los restos de golem, y después de tomar un buen almuerzo y celebrar la victoria con cerveza espesa y conejo asado, levantaron su campamento y pusieron rumbo de vuelta a su hogar, una fortaleza en las nevadas montañas del este. El viejo Thormud, uno de los cazatesoros, estaba ansioso por volver a casa y contar a sus parientes la paliza que dieron al resto de bandas. Por su parte, Bimbolin el Mago entregaría los restos del Golem al consejo de magos enanos, y estaba seguro que juntos podrían desvelar en poco tiempo los secretos de este temible golem, y aprenderían a invocarlos y los utilizarían contra las tribus goblin que rodean su fortaleza, consiguiendo muchas victorias y ahorrando vidas enanas.

El viejo Thormud explicando a sus parientes la paliza que les dieron a la banda de ilusionistas y de invocadores.

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